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El sacerdote que nos guía de regreso a Dios.

Introducción

En el principio, Adán y Eva caminaban libremente con Dios en el jardín. No había templo, altar ni barrera alguna. La humanidad vivía en perfecta comunión con su Creador. Pero cuando el pecado entró, esta relación abierta se destruyó. Desde entonces, la gente ha intentado reconstruir lo perdido. Construyeron altares, ofrecieron sacrificios y nombraron sacerdotes, siempre buscando la grandeza, con la esperanza de superar la distancia creada por el pecado.

El capítulo 7 de Hebreos narra cómo Dios mismo reconstruyó el puente hacia nosotros mediante un nuevo tipo de sacerdote. El autor menciona a un hombre del libro del Génesis llamado Melquisedec. Su historia puede parecer insignificante, pero revela una gran verdad: el plan de redención de Dios nunca se limitó a una nación, sistema o ritual específico. Siempre se trató de restaurar la comunión directa que perdimos en el Edén.

Imagina tres círculos. El más grande representa la relación abierta de Adán y Eva con Dios. El siguiente círculo, más pequeño, representa la relación abierta de Adán y Eva con Dios.

El círculo mayor representa a Melquisedec, un hombre que, aunque no vivía en Israel, conocía y servía al verdadero Dios. El círculo menor representa el sacerdocio aarónico, donde solo una tribu, una familia y un hombre podían acercarse a Dios una vez al año. Con la venida de Jesús, este círculo se expandió nuevamente. A través de Él, somos invitados a regresar a esa primera comunión plena con Dios.


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Parte 1: El patrón inesperado de Dios — Melquisedec

Melquisedec aparece repentinamente en Génesis 14. Se encuentra con Abraham tras una batalla y lo bendice en nombre del Dios Altísimo. Abraham, a su vez, le da el diezmo de todos sus bienes. La historia es breve, pero llena de significado.

En una cultura donde la genealogía lo definía todo, Melquisedec destaca. No hay registro de su padre ni de su madre, ni mención de su nacimiento ni de su muerte. En las Escrituras, este silencio es significativo. Es como si Dios hubiera dejado la página en blanco para mostrar que este sacerdocio no dependía de la ascendencia ni de la tradición humana. Provenía directamente de Dios.

Gobernó en un lugar llamado Salem —probablemente el antiguo nombre de Jerusalén— y ejerció como rey y sacerdote. Mucho antes de la existencia de Israel, este hombre representó a Dios ante su pueblo. No pertenecía al linaje de Abraham; por definición, era gentil. Aun así, adoró y sirvió al Dios verdadero.

La Epístola a los Hebreos retoma este momento para demostrar algo radical: la bendición de Dios nunca se limitó a una sola nación o sistema religioso. Cuando Abraham entregó los diezmos a Melquisedec, reconoció la autoridad de un sacerdocio mayor que el que jamás tendrían sus descendientes. El menor (Abraham) fue bendecido por el mayor (Melquisedec). En este sencillo acto, Dios insinuó que un día establecería un sacerdocio que trascendería a Israel, un sacerdocio que podría incluir a todos los pueblos.

El nombre mismo de Melquisedec transmite un mensaje claro: Rey de Justicia y Rey de Paz. Justicia y paz: estas son las dos cosas que la humanidad ha anhelado desde el Edén, y que encontrarían su plenitud en Jesucristo.

Parte 2: El reemplazo eterno de Dios — Jesús cambia el sistema

El autor de la Epístola a los Hebreos plantea una pregunta crucial: si el antiguo sacerdocio funcionaba, ¿por qué Dios prometió otro? Los sacerdotes de Leví ofrecían innumerables sacrificios, pero ninguno de ellos podía purificar verdaderamente al pueblo. El sistema de la ley podía revelar el pecado, pero no podía eliminarlo.

Así pues, Dios cambió el sacerdocio. Y cuando el sacerdocio cambia, la ley misma debe cambiar (Hebreos 7:12). Bajo el nuevo pacto, el sacerdote no proviene de Leví, sino de Judá, la tribu de los reyes. El sacerdocio de Jesús es diferente en todo sentido. No se basa en registros familiares ni en normas ceremoniales, sino en una verdad inmutable: Él vive para siempre.

Los sacerdotes de antaño eran numerosos porque morían uno tras otro. Su labor nunca terminaba. Pero el sacerdocio de Jesús está fundamentado en el poder de la vida eterna. Él jamás volverá a morir, y su obra jamás tendrá que repetirse.

El autor de Hebreos nos recuerda que esto fue confirmado con un juramento: «El Señor ha jurado y no se retractará: “Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”». Ningún sacerdote levita recibió jamás tal juramento. Dios mismo declaró que Jesús sería el Sumo Sacerdote definitivo y eterno.

El antiguo sistema era bueno en su intención, pero débil en su eficacia. Podía simbolizar el perdón, pero no garantizarlo. Jesús trajo algo mejor: un pacto inquebrantable, fundado en su propia vida y muerte perfectas.

Parte 3: El sacerdote perfecto de Dios — Jesús restaura la comunión

Bajo el antiguo pacto, la gente siempre necesitaba a alguien que se interpusiera entre ellos y Dios. Necesitaban sacrificios para cubrir el pecado y sacerdotes que los ofrecieran. Incluso el sumo sacerdote solo podía entrar en el Lugar Santísimo una vez al año, y únicamente con sangre, la cual nunca podía borrar completamente la culpa.

Pero ahora, gracias a Jesucristo, todo ha cambiado. Él es a la vez el sacerdote y el sacrificio. Su ofrenda de sí mismo en la cruz logró lo que miles de sacrificios de animales jamás pudieron: el perdón verdadero y completo.

Hebreos 7:25 dice: «Él vive para siempre para interceder por ellos». Esto significa que siempre te representa ante el Padre. Nunca estás solo. Cuando pecas, cuando luchas, cuando fallas, tu Sumo Sacerdote sigue ahí, vivo y activo, intercediendo por ti con su propia sangre.

Los antiguos sacerdotes murieron y fue necesario reemplazarlos. Jesús vive para siempre. Los antiguos sacerdotes ofrecían sacrificios primero por sus propios pecados. Jesús no tenía pecado. Los antiguos sacerdotes repetían los sacrificios sin cesar. Jesús ofreció un único sacrificio perfecto, de una vez por todas.

Cuando murió, el velo del templo se rasgó de arriba abajo. Dios decía: «El camino está abierto». La barrera entre el cielo y la tierra desapareció. Por medio de Cristo, regresamos a la comunión plena que Dios planeó desde el principio.

Conclusión

La historia del sacerdocio es la historia de cómo Dios reconcilió a la humanidad consigo mismo. Melquisedec fue el modelo de Dios. Aarón fue el intento de la humanidad. Jesús es la perfección de Dios.

Él es el Sacerdote que nos conduce de regreso a Dios, el que reabrió el círculo. Su sacerdocio nunca termina, su intercesión nunca cesa y su invitación nunca se cierra.

Por lo tanto, cuando te acercas a Él, no lo haces mediante un ritual o sistema religioso. Te acercas a través de un Salvador vivo que te recibe con los brazos abiertos.

Verdad esencial: Debido a que el sacerdocio de Jesús es eterno y perfecto, puedes acercarte a Dios con confianza y nunca serás rechazado.

Un breve recordatorio: Confía en el Sumo Sacerdote.


Invitación – El sacerdote que nos guía de regreso a Dios

Un llamado a la respuesta

El mensaje de Hebreos 7 no es simplemente una lección sobre los sacerdotes de antaño; es una invitación viva que brota del corazón de Dios. Jesucristo no es una figura religiosa distante; Él es el Sacerdote viviente que se interpone entre el cielo y la tierra, ofreciendo reconciliación, perdón y paz a todos los que se acerquen a él.

Cuando se expresan verdades como esta, todos estamos en algún punto del camino hacia la respuesta. Algunos son creyentes que necesitan reconectarse con Dios. Otros son buscadores que aún no se han decidido. Y otros nunca han confiado en Cristo. Esta invitación es para todos ellos.

1. Para el creyente: Acércate de nuevo

Tal vez conozcas al Señor, pero te hayas alejado de Él. Has dejado que tus oraciones se enfríen, o la culpa te ha convencido de que Dios no quiere escucharte. Recuerda esto: tu Sacerdote vive para siempre, dispuesto a interceder por ti. Su puerta nunca está cerrada.

No necesitas ganarte su favor de nuevo; simplemente regresa. El velo se ha rasgado. Eres bienvenido a su presencia.

Ven y arrodíllate. Háblale de nuevo. Entrégale lo que has guardado en tu corazón: tus pecados, tus miedos, tus decepciones. Él ya lo sabe y aun así te ama. El mismo Salvador que te salvó por gracia te guarda por gracia. Ven con confianza, porque tu Sumo Sacerdote vive.

2. Para el incrédulo: Ven por primera vez

Quizás creías que para llegar a Dios se requería religión, esfuerzo o buenas obras. Pero Jesús puso fin a esa lucha en la cruz. Se ofreció a sí mismo como el sacrificio perfecto, de una vez por todas. No se necesita ningún otro sacerdote, ritual ni pago.

Si nunca has confiado en Cristo como tu Salvador, ahora es el momento. Simplemente puedes orar desde tu corazón:

"Dios, sé que soy pecador. Creo que Jesús murió por mí y resucitó. Lo acepto ahora como mi Salvador y confío en su sacrificio para mi perdón."

Cuando te vuelves a Él con fe, tus pecados son perdonados, tu alma es purificada y tu lugar en el cielo está asegurado. Ya no estás lejos; la sangre de Cristo te acerca.

3. Para quienes aún no se han decidido: ¡Dejen de esperar!

Tal vez hayas escuchado estas verdades muchas veces. Estás de acuerdo en que Jesús es el único camino, pero sigues esperando: esperando una prueba, una sensación o un mejor momento. Pero la fe no se basa en la espera; se basa en la confianza.

El mismo Dios que habló con Abraham sigue llamándote hoy. El mismo Salvador que intercedió por Pedro sigue orando por ti. No te quedes indeciso. No encontrarás la paz ahí.

Hoy, da un paso hacia Él. Si tu corazón está inseguro, ora así:

"Señor, ayúdame en mi incredulidad. Quiero conocerte. Muéstrame tu verdad y dame el valor para seguirla."

Dios honra los corazones sinceros. Él da la bienvenida a quienes dan incluso un pequeño paso hacia Él.

Último recurso

Dondequiera que estés esta noche —cerca, lejos o en algún punto intermedio— Jesucristo está listo como tu Sumo Sacerdote. No te llama a un sistema, sino a sí mismo. La puerta a la presencia de Dios está abierta. El círculo se ha ampliado de nuevo.

Ven. Habla con Él. Deja que Aquel que nunca muere te reconcilie con el Dios que nunca dejó de amarte.


 
 
 

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